Historia

El Colegio de Nuestra Señora de Montesión, el más antiguo que, en estos momentos, tiene abierto la Compañía de Jesús, guarda entre sus venerables muros, una rica e interesante historia de más de cuatro siglos. En las líneas que vienen a continuación, presentamos los rasgos más importantes de esta historia, que tiene como artífice de su creación al insigne jesuita mallorquín, el P. Jerónimo Nadal.

CAMINO HACIA LA FUNDACIÓN DEL COLEGIO

Uno de los más influyentes jesuitas del tiempo del Fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola, fue, sin duda, un mallorquín palmesano: Jerónimo Nadal Morey, quien probablemente había nacido en la calle que ahora lleva su nombre, el 11 de Agosto de 1507, en el seno de una familia rica y terrateniente. Murió en la Casa Noviciado de San Andrés del Quirinal, en Roma, el día 3 de Abril de 1580, Domingo de Resurrección, a los 73 años de edad y 35 como jesuita.

El P. Nadal había trabajado mucho por el establecimiento de la Compañía de Jesús en varias ciudades de Europa, había ocupado altos cargos de gobierno en la propia Compañía de Jesús y había promulgado las “Constituciones” de la nueva Orden por encargo de Ignacio de Loyola. También dejó también numerosos e interesantes escritos y originales dibujos. Parece ser que no regresó ya a su Ciudad natal, Palma, después de haberse integrado en la Compañía de Jesús.

Cuando el P. Nadal, joven, era estudiante en Alcalá conoció a Iñigo de Loyola, pero no se dejó arrastrar por la impactante personalidad espiritual de su compañero y amigo. En ese momento, se separaron y cada uno siguió su camino. Unos años más tarde, al leer una de las cartas que Francisco Xavier enviaba desde la India, Jerónimo Nadal experimentó una profunda conmoción. Y se decidió. Quiso seguir los pasos del primer Compañero de San Ignacio. La Compañía de Jesús ya había sido fundada y ya tenía P. General en la persona de Ignacio.

El P. Nadal que, en aquella época, estaba deprimido y enfermizo, se sintió rejuvenecer. Cruzó el mar y se embarcó en Barcelona, para dirigirse a Roma. Allí, se entrevistó con Ignacio de Loyola. Practicó los Ejercicios Espirituales e ingresó en la Compañía de Jesús. Era el 29 de noviembre de 1545, once años antes de que muriera Ignacio.

Aquellos años posteriores fueron decisivos en la nueva fundación. El P. Nadal fue el brazo derecho de Ignacio para dar a conocer y promulgar las “Constituciones” de la Compañía, redactadas por Ignacio y aprobadas por sus compañeros. Con esta finalidad de tanta importancia, Jerónimo Nadal tuvo que viajar por diferentes países de Europa, en donde ya había comunidades de los nuevos jesuitas.

Algunos historiadores consideran, por su papel histórico tan importante, a Jerónimo Nadal una forma de segundo Fundador de la Compañía. Quizás sería mejor considerar a Nadal como el brazo derecho o el hombre de confianza de Ignacio de Loyola, en el pleno ejercicio de su Generalato.

De esta manera, Jerónimo Nadal fue el jesuita decisivo para la fundación del Colegio de Nuestra Señora de Montesión en su ciudad natal, Palma de Mallorca. Aquí ya era deseada la presencia de los jesuitas. Y así se expresaron varios personajes importantes de la ciudad como el canónigo Nicolás Montayans y Berard, entre otros.

Poco antes de morir, San Ignacio también se interesó por esta fundación, en su correspondencia con el P. Nadal. Los miembros del Jurado de la ciudad y Reino de Mallorca expresaron en carta, la súplica respecto a la presencia de los jesuitas en su territorio. Asimismo, fue solicitado por el ejemplar sacerdote, Juan Salvador Abrines, confesor y director espiritual de la que después fue Santa Catalina Thomás. Finalmente, en ese sentido, también se escuchó la voz del Obispo de Mallorca, D. Diego de Arnedo, amigo personal del nuevo general de la Compañía, Diego Laínez.

LOS PRIMEROS JESUITAS EN PALMA DE MALLORCA

El 24 de Agosto de 1561, cinco años después de la muerte de Ignacio de Loyola, hicieron su entrada en la ciudad de Palma de Mallorca los cinco jesuitas fundadores del Colegio de Nuestra Señora de Montesión pues habían desembarcado en Sóller el día anterior. Eran el Rector del Colegio, el P. Francisco Boldó, los sacerdotes Bernardo Verdolay y Jerónimo Mur, y los hermanos ayudantes, Juan Navarro y Francisco Fortuny. En un muro del claustro principal del actual Colegio se puede ver una lápida de mármol en la que se recuerda este hecho. Esta lápida fue colocada en el año 1988, primer centenario de la canonización de San Alonso Rodríguez por el Papa León XIII.

LOS INICIOS

A lo largo de un mes, aquellos recién llegados jesuitas estuvieron hospedados en casas de Juan Abrines mientras buscaban lugar para su residencia definitiva. En el “Call” de los Judíos mallorquines se había levantado su sinagoga, demolida en 1323; los Judíos habían sido expulsados ya y solamente quedaban los “conversos” y sus familias, descendientes de los antiguos judíos, que habitaron en otros barrios de la Ciudad. En el lugar de la sinagoga desaparecida se había construido una Capilla, dedicada a la “Presentación de la Santísima Virgen”, también conocida con el nombre de “Nuestra Señora de Monte Sión”

Así quedaban entrelazados el recuerdo de la sinagoga israelita y el nombre de María Santísima que, de jovencita, se ofreció a Dios en el Templo de Jerusalén, ubicado en la parte de la Ciudadela donde estuvieron los Palacios de los Reyes Israelitas y el Templo consagrado a Dios, es decir, en el Monte Sión. Esta Capilla fue confiada al cuidado pastoral de los cinco jesuitas llegados a Mallorca. Comenzaron a trabajar en el “Call” ya que deseaban construir allí una Iglesia y un Colegio, dos pilares inseparables en el apostolado de la Compañía de Jesús en esos momentos.

Aquella Capilla no era muy grande pero albergaba una joya histórica y artística de gran valor, un retablo gótico de principios del siglo XV, que fue pagado por un caballero llamado Antonio Salom, cuyo nombre consta en la parte más baja de dicho Retablo. Cerca de la Capilla se había establecido, en 1483, el primer “Estudi General de Mallorca”. Alrededor, había varias casas que aquellos primeros jesuitas fueron adquiriendo y comprando para vivir allí y estructurar un diseñar la apertura de un nuevo Colegio. En el primer curso de actividad docente, en el año 1562, las clases todavía se impartieron en el Estudio General cercano.

En aquellos comienzos de estancia en Palma, el trabajo principal de los jesuitas, que pronto llegaron al número de doce, fue el de la predicación en la Catedral y en diferentes parroquias e iglesias de la Ciudad. Sus actividades, primordialmente, fueron pastorales. Trabajaron donde pudieron y donde les llamaban. Muy pronto, fundaron la primera Congregación Mariana de España, con el título de “La Anunciación”. Era el año 1570, un año antes de que llegara a Palma Alonso Rodríguez y poco después de que se fundara la que se llamó más tarde la “Prima Primaria” del Colegio Romano, dirigido por la Compañía de Jesús. Ésta, que ya existía en 1563, recibió la confirmación pontificia por la Bula “Omnipotentis Dei” del Papa Gregorio XIII, el 5 de diciembre de 1584.

La Capilla de Monte Sión no tenía espacio suficiente para reunir a las gentes que deseaban escuchar a los jesuitas. Pronto, se hizo necesaria una iglesia. En 1571, diez años después de la llegada de los primeros jesuitas a Palma, el P. Bartolomé Coch, segundo rector de la comunidad jesuita, emprendió la construcción de la actual iglesia. Y en el año 1576 ya se pudo utilizar una parte de ella.

CRECIMIENTO DE MONTESIÓN

El P. Jerónimo Nadal seguía con interés este crecimiento material y apostólico del Colegio y de la Iglesia y se preocupó de enviar a los jesuitas interesantes y numerosas reliquias de Santos y de objetos relacionados con la vida y pasión de Jesucristo. Los padres y estudiantes jesuitas se dedicaron a la predicación y a la catequesis de los pequeños.

El año 1576 la nueva iglesia, con cuatro capillas en cada lado (que más tarde fueron creciendo en número por diferentes causas), fue bendecida por el Obispo Juan Vich y Manrique, el día de la víspera de la fiesta de la Santísima Trinidad. Celebró la primera eucaristía el canónigo Malferit y predicó el mismo Obispo. En este momento, la Iglesia tenía, además de la puerta principal, otra a la derecha, mirando hacia la Calle del Viento y otra, a la izquierda, que daba acceso al claustro del Colegio. Actualmente, pasando por dicha calle, se puede constatar en el muro de la iglesia la evidente señal del lugar en el que se encontraba dicha puerta; coincide con la segunda capilla del interior. En cambio, la puerta de acceso al claustro no ha dejado huellas visibles, pero parece ser evidente que estaba en la segunda Capilla de la izquierda, es decir, la que se encuentra después de la Capilla de San Alonso.

El conjunto de la Iglesia de Monte Sión fue adquiriendo nuevos aspectos artísticos a través de los años. En 1624 se comenzó la construcción de la actual fachada que fue terminada en 1683, como consta en la grabación que se puede leer en la misma fachada. Toda ella se construyó con donativos de los fieles. Hay que notar en la fachada las tres esculturas de la Virgen María, San Ignacio y San Francisco Xavier. Además el escudo del fundador del Colegio, en el centro, y la inscripción “Diligit Dominus portas Sion”, que es considerada como lema del Colegio y que una vez más recuerda al Monte Sión de Jerusalén.

EL FUNDADOR DEL COLEGIO

Como fundador del Colegio de Monte Sión es recordado D. Raimundo de Verí y Despuig, Baylío o Comendador de la Orden de San Juan de Malta en Mallorca. Su vida y la de sus descendientes no estuvo exenta de dificultades porque él llegó a presentir algunos de aquellos terribles años de las luchas entre los “Canamunt” y “Canavall”, una especie de guerra civil en la Isla, que vivieron plenamente sus sucesores. Este caballero recibió la carta patente de fundador, firmada por el entonces P. General de la Compañía de Jesús, Claudio Acquaviva. El acto de entrega de la carta patente tuvo lugar en una fiesta solemne, el 21 de Noviembre de 1597, fiesta del titular del Colegio y de la Iglesia, la Presentación de Nuestra Señora. Su tumba está en el muro izquierdo del Altar Mayor actual. Allí una larga inscripción explica cuáles eran las virtudes del Fundador, que murió cuando tenía 84 años, el 21 de Julio de 1599. En su último testamento, él había pedido que su cuerpo fuera sepultado en la iglesia de Monte Sión. Y así se hizo. Su magnífico y suntuoso sepulcro tal como puede admirarse ahora fue terminado en el año 1633, como explica la inscripción.

EL RETABLO DEL ALTAR MAYOR

El monumental, precioso y espléndido Retablo del Altar Mayor se comenzó a construir en 1607 y se consideró como terminado el año 1609; hacia el año 1626 fue dorado con gran esmero y materiales de calidad. El retablo es obra del escultor Camillo Silvestro Parrino (o Perino), nacido probablemente en Milán en 1573 y fallecido en Palma en 1612, a los 39 años. Fué enterrado en el convento de los Dominicos de Palma. En 1607 firmó el contrato para realizar el Retablo, incluida la base, el sagrario y siete imágenes, por la cantidad de 1.300 libras, sin contar la madera y la piedra necesarias. Es una obra de gran estilo. Perdido el retablo de los Dominicos, sólo queda el de Monte Sión para valorar la capacidad de Parrino.

Observándolo con atención, se distinguen claramente dos estilos, el de la parte más baja y el de la parte alta. El relieve superior es el que le da nombre: Retablo de la Presentación de Nuestra Señora, o Nuestra Señora de Monte Sión, la obra artística más apreciada de la Iglesia. En la parte superior del retablo, comenzando por la izquierda, vemos a San Pedro, San Ignacio, la Virgen Madre con su Niño Jesús, coronados los dos, San Francisco Xavier, y San Pablo.

En la parte inferior, los cuatro Evangelistas, que tienen a sus pies los cuatro símbolos que les atribuye el Libro del Apocalipsis, en su capítulo 4: León, Novillo, Hombre, Águila. Además, hay varias inscripciones en la parte central del retablo. Las tres de la parte más baja, rodean parcialmente el ostensorio en el que anteriormente se acostumbraba a exponer la Eucaristía, en la Custodia, para su adoración. La inscripción más céntrica dice: “Manna Absconditum” (“Maná escondido”). Las dos más pequeñas reproducen contraídas las palabras de Jesús: “Ego sum” (“Yo soy”), la de la izquierda y la de la derecha: “Panis Vivus” (“El Pan Vivo”).

En la franja más baja del retablo se reproducen cuatro escenas de la infancia de Jesús, siguiendo este orden a partir de la izquierda: La Circuncisión del Niño Jesús, el Nacimiento de Jesús y su adoración por los pastores, la Adoración de los Magos, la Anunciación de la Encarnación por el Ángel a María.

EL CAMPANARIO DE LA IGLESIA

El campanario no tiene un especial valor artístico. Carece de esbeltez, cualidad que se puede observar en los campanarios vecinos. Las dos campanas del campanario fueron fundidas y colocadas en los años 1624 y 1626. La mayor se llamaba “María”. Ambas sufrieron los avatares de las persecuciones violentas y fueron destruidas por los que ocuparon los locales del Colegio y la Iglesia en las agitaciones del mes de febrero de 1837.

SAN ALONSO RODRÍGUEZ

San Alonso Rodríguez fue portero del Colegio de Monte Sión. Este fue su único destino. Nunca cambió de casa. Y el de portero fue el principal trabajo que realizó en su larga vida. Con este trabajo se santificó. Fue un segoviano que fracasó en su tierra, porque no pudo cursar hasta el final los estudios en el Colegio de Alcalá de los PP. Jesuitas a causa de la prematura muerte de su padre. Además, no supo llevar adelante la tienda de telas que su madre le confió. Finalmente, contrajo matrimonio, tuvo dos hijos, pero muy pronto se le murieron la esposa y los dos hijos y casi enseguida se le murió la madre.

Entregó sus bienes a sus dos hermanas, Juliana y Antonia, muy piadosas ellas, y él quiso entrar en la Compañía de Jesús, pero al principio no se le quería admitir a causa de su edad, su falta de preparación en los estudios y su poca salud. Hasta pensó en hacerse ermitaño. Finalmente, fue admitido para “Hermano Coadjutor” de la Compañía.

Vivió entre los años 1533 y 1617, y murió a los 84 años. Había permanecido en el Colegio de Palma 47 años. Había sido admitido en la Compañía el año 1571 y siete meses después fue destinado al Colegio de Monte Sión. Casi enseguida fue nombrado portero. Durante su vida fue el gran orientador espiritual de una parte de Palma de Mallorca, escritor, místico, servidor de los demás. Nos ha dejado miles de páginas escritas y, sobre todo, un mensaje cuando, al escuchar la campanilla de la portería, se levantaba de su asiento mientras decía: “Ya voy, Señor”. Durante muchos años, Mallorca, de la que ha sido proclamado Patrono, ha mantenido una ferviente y espiritual admiración y devoción por San Alonso.

LA CAPILLA DE SAN ALONSO

La Capilla de San Alonso Rodríguez es la parte más hermosa de la iglesia de Monte Sión. Es de un estilo barroco uniforme en la parte alta. Y tiene una gran perfección artística y arquitectónica. Está coronada por una elevada cúpula que comunica impulso espiritual de elevación, al mismo tiempo que luz solar hacia el interior. En la concepción de esta Capilla intervino el arquitecto menorquín Jaime Goñalons, nacido en el pueblo de Alaior (Menorca) y familiar de varios religiosos. Ha dejado, además de ésta, obras importantes en su ciudad de nacimiento. El mallorquín Francisco de Herrera puso el broche de oro con la cúpula.

La Capilla fue costeada por Doña Ana María Mut y Danús. Las obras fueron comenzadas un siglo después de la muerte de Alonso Rodríguez, por tanto, ya en el siglo XVIII. Algunos estudiosos señalan una fecha anterior para su comienzo: el año 1635, sólo 18 años después de la muerte del santo. La Capilla ahora exhibe en el centro del Altar Mayor el sepulcro dorado, con los restos, el esqueleto, del Santo, recubiertos de un facsímil de su cuerpo, obra del escultor Guillermo Torres Robert quien, nacido en Palma en 1755, falleció en la misma ciudad en 1829.

Una larga inscripción explica la historia de este sepulcro; dice así: “Ossa B. Alphonsi Rodriguez S. I., Leone XII P. M. conced. hic s. s. X K. Nov. MDCCCXXV”. La traducción es: “Se concedió por el Sumo Pontífice León XII que los huesos del Beato Alfonso Rodríguez fueran santamente conservados aquí. Día 10 de las Kalendas de Noviembre de 1825”. En la parte alta, frente al sepulcro, pueden verse los tubos de un órgano, que lleva las siguientes letras y año: “Año J.F. 1866”. Las iniciales del donante, Joaquín Ferragut, y el año de su instalación.

Los restos de Alonso Rodríguez estuvieron en diferentes sitios, antes de colocarse en la urna-sepulcro actual. Hay que recordar que Alonso fue beatificado por León XII el año 1825. En 1626, sólo nueve años después de su muerte, había sido incoado el proceso. Durante el siglo XVII, en repetidas ocasiones, las autoridades eclesiales, insistieron en sus peticiones de beatificación del H. Alonso. En 1824 sucedió algo curioso. El Papa León XII, el día de la Fiesta de San Ignacio de Loyola, 31 de Julio del año 1824, se dirigió a la Iglesia del Gesù de Roma, para celebrarla, juntamente con los Jesuitas y, al final de la celebración anunció ante todos los numerosos participantes que el H. Alonso Rodríguez sería inscrito en el Catálogo de los Bienaventurados. Y así lo realizó pocos meses después.

El Beato Alonso fue canonizado por el Papa León XIII, el 15 de Enero de 1888, en el mismo día en que era canonizado, el discípulo predilecto de Alonso, el P. Pedro Claver, el que se firmó como “Esclavo de los Esclavos” en Cartagena de Indias, la actual Colombia. Numerosos cuadros representan esta íntima y espiritual amistad entre el Portero Segoviano y el Catalán Estudiante para Sacerdote.

Pedro Claver, nacido en Verdú (Cataluña), había llegado a Palma el día 11 de noviembre de 1605, para estudiar Filosofía. Estuvo aquí tres años, porque viajó de nuevo para la Península en noviembre de 1608, y después para Cartagena de Indias. Los tres años en Palma fueron decisivos para su vida y su santidad, porque habló repetidas veces con el Santo Hermano Alonso, quien le indicó la voluntad de Dios de que fuera Misionero.

LA CAPILLA DE LAS RELIQUIAS Y EL MUSEO DE SAN ALONSO

Los altares laterales de la iglesia han sufrido diferentes modificaciones a través de los tiempos. Uno de estos cambios se ha realizado en la “Capilla de las Reliquias”, que ahora algunos llaman la “Capilla del Retablo”. En este espacio se encontraba antiguamente la portería del Colegio y la habitación del portero. Aquí vivió, trabajó, escribió y murió. En esta Capilla se conservan algunas reliquias especiales, que ahora pueden verse en el pequeño Museo. A la derecha del Altar existe una ventana, para poder contemplar cómo era y dónde estaba colocada probablemente la habitación.

Una de las joyas artísticas e históricas es, pues, el Retablo que le dio su nombre y que los primeros jesuitas recibieron después de una larga y variada peregrinación. Las andanzas por la iglesia de esta preciadísima joya se inician en la primitiva capilla de Monte Sión, entregada a los jesuitas al llegar a Mallorca, pasa después a la nueva iglesia y al que es ahora altar y capilla de la Inmaculada. Cuando en 1642 se coloca en esta capilla la imagen de San Luis, el retablo queda pendiente del muro de la capilla que servía de tránsito al claustro. En 1880, deja la iglesia para refugiarse, al parecer, en la sacristía y sale de su escondite en 1907 para ocupar el hueco donde hoy acabamos de ver el otro retablo del Espíritu Santo. Finalmente, desde 1927, reposó en una capilla y de ahí pasó a la actual, junto a la sacristía.

El retablo tiene un compartimiento central que contiene la Madona (La Señora) y el Niño adorados por ángeles músicos, ofreciendo flores, y los compartimentos laterales las figuras de pie de San Blas, María Magdalena, Santa Lucía y San Antonio Abad. Entre la Madona (La Señora) y el acostumbrado pináculo de la Crucifixión se halla interpuesta la Presentación de la Virgen. Los otros cuatro pináculos contienen los bustos de otros santos. No dudamos en identificarlos, con San Juan Bautista, Santa Margarita, Santa Catalina y San Cristóbal. La predela presenta, en siete subdivisiones, la vida de Nuestra Señora y descansa sobre una moldura decorada con medallones de la Pietà y otros personajes sagrados.

LA IGLESIA

Esparcidos por las paredes de la iglesia, de la sacristía y del Colegio de Monte Sión se pueden contemplar variados cuadros y estatuas de diferentes valores históricos y artísticos. Varios de ellos, exactamente nueve, han sido pintados por Salvador Torres, un pintor relacionado con los jesuitas que, sin duda, ofrece ciertos valores barrocos. Uno de ellos es, por ejemplo, el cuadro que representa “los Santos protectores de San Alonso en su juventud” y otros con escenas de la vida de Alonso. Hay que recomendar especialmente el retablo con el cuadro sobre “La Venida del Espíritu Santo”, del siglo XVII, recientemente restaurado. Es también hermoso el retablo dedicado a Santa Ana. El cuadro de la familia de María es obra de autor desconocido.

Al salir se puede visitar la Capilla del Sagrado Corazón. Mirando hacia el Altar Mayor se encuentra a su izquierda esta Capilla que ha sido especialmente cuidada por los Jesuitas y por los miembros del Apostolado de la Oración. La tela de la izquierda representa la aparición de Jesucristo a la religiosa Salesa, Margarita María de Alacoque, en Paray-le-Monial. Y una frase en forma de círculo rodea las imágenes. La leyenda dice así: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres. (Jesucristo a la Beata Margarita)”. Margarita había nacido en 1647 y murió en 1690. Fue canonizada por Benedicto XV en 1920.

La tela de la derecha contiene otra manifestación de Jesucristo al Venerable Padre Bernardo de Hoyos. El mensaje también en forma de círculo que rodea las imágenes, es el siguiente: “Reinaré en España y con más veneración que en otras partes. (Jesucristo al P. Hoyos)”. Entre las dos imágenes se extiende un mapa de España y en los cuatro ángulos de la tela han sido reproducidos cuatro escudos representativos de cuatro Regiones de España. La tela de la derecha pone un nombre: Morell Manresa 1910.

También suscita mucho interés en los visitantes la Capilla de la Inmaculada, con los tres santos patronos de la juventud, San Luis Gonzaga, San Estanislao de Kotska y San Juan Berchmans.

MONUMENTO A SAN ALONSO

En un ángulo del claustro del Colegio se puede ver la estatua de San Alonso, portero del Colegio, en actitud de ponerse de pie, con las llaves en la mano y un Rosario. Es obra del escultor Tomás Vila y fue colocada primeramente en el centro del Claustro en 1939. Esta escultura fue bendecida solemnemente por el que, en su juventud había sido Congregante de la Congregación Mariana de Monte Sión D. José Miralles Sbert, el día 23 de Abril de 1939.

En el centro del claustro se ha colocado el brocal de una fuente típicamente mallorquina, que antes, en tiempo de San Alonso, se encontraba en un patio más interior, en el que ahora se puede leer una inscripción que recuerda en latín uno de los sucesos curiosos que le aconteció al Portero Alonso cuando sacaba agua con un cubo atado a una cuerda.

ITINERARIO HISTÓRICO

El Colegio al principio no tenía local propio. Tuvo que recurrir a uno prestado, el “Estudi General”. Muy pronto, con la ayuda del fundador y de otros bienhechores, se fueron adquiriendo las casas que rodeaban la primitiva capilla de Monte Sión, y se fue construyendo un Colegio, que es la parte más antigua del actual edificio, aunque ya está ahora profundamente reformado y modernizado. Así, mientras se iba construyendo la nueva iglesia, fueron creciendo las dependencias dedicadas a la enseñanza. También fue creciendo el número de los jesuitas de la Comunidad. En algún momento llegaron a superar la cifra de cuarenta. Así fue en el año 1611.

FUNDACIÓN DEL COLEGIO DE SAN MARTÍN

En 1627, los Jesuitas de Palma recibieron la oferta de fundar otra casa, gracias a las cantidades de dinero recibidas en testamentos y donaciones. El 13 de Octubre de 1630, ante notario, adquirían una vivienda situada en la actual calle de La Protectora. Pronto comenzaron los trabajos apostólicos, pero ocurrió lo inesperado: una parte del pueblo y de los señores se puso en contra del nuevo Colegio. Los Jesuitas y los contrarios buscaron apoyos pero el Colegio tuvo que permanecer cerrado durante 16 años. Se reabrió. Pronto surgieron nuevas amenazas, ahora a causa del edificio. Los Jesuitas buscaron otro lugar en la salle de San Felio, ahora de San Cayetano. El 2 de Marzo de 1723, los Jesuitas se trasladaron allá. Comenzaron la construcción del nuevo templo, que se desarrolló en medio de grandes dudas y dificultades. No lo pudieron terminar porque antes de su terminación, llegó el Capitán Antonio Barceló, para deportar, en sus naves, a todos los Jesuitas de Palma. Era el año 1767. Todo aquel conjunto pasó primero a los Padres Teatinos. Y a finales del siglo XX, a los Padres de la Congregación de los Sagrados Corazones.

FUNDACIÓN DEL COLEGIO DE MONTESIÓN DE POLLENSA

En la otra parte de la isla de Mallorca, se encuentra el pueblo de Pollensa. Los Jesuitas desearon fundar un Colegio en Pollensa. Y allá se fueron. Lo llamaron también Colegio de Monte Sión. Los Jesuitas se dedicaron primeramente a las labores pastorales en la antigua iglesia de San Jorge, construida en 1532. Sucedía esto en 1686, aunque se encontraron con la oposición de los Padres Dominicos, que trabajaban cerca. Los Jesuitas se trasladaron entonces a la vertiente del “Calvario”, donde abrieron el Colegio de Monte Sión. La Iglesia de los Jesuitas fue bendecida el año 1738. También duró poco la presencia y actividad de los Jesuitas allí porque, unos años después, en 1767, expulsados por Carlos III, tuvieron que embarcarse con sus compañeros de Palma y viajar a Italia. Su apostolado de educación de la juventud pollensina duró escasamente 30 años. Su labor pastoral unos años más, en total, unos ochenta años. La Iglesia y todo lo demás pasaron también a los Teatinos.

LOS JESUÍTAS DE PALMA

Los Jesuitas, mientras tanto, desde Monte Sión, proseguían su trabajo en la sociedad palmesana. También tomaron parte activa para ayudar a los prójimos en las calamidades de la sociedad, como en las luchas, tan violentas y enconadas, entre los diferentes grupos sociales. Los Jesuitas asistieron a muchos de los enfermos de fiebre bubónica que se declaró en el mes de enero del año 1652, a causa de un contagio procedente de Cataluña que se filtró en Mallorca, por el Puerto de Sóller. Los Jesuitas generosamente atendieron a los enfermos. Y algunos pagaron su generosidad heroica con su propia vida; probablemente murieron 7 jesuitas afectados por la enfermedad de la peste, en actos de caridad y de servicio.

EXPULSIóN DE LOS JESUITAS POR CARLOS III

El rey Carlos III, desterraba de España y de todos los dominios españoles de ultramar a todos los miembros de la Compañía de Jesús, el día 27 de Febrero de 1767. La aplicación de este Decreto a la Comunidad de la isla de Mallorca se realizó el 3 de Mayo de 1767. En este día fueron embarcados todos los Jesuitas de los tres Colegios que entonces tenían en Mallorca (el de Montesión de Palma, el de San Martín de Palma, y el de Monte Sión de Pollensa), en una nave de las varias que transportaban a otros jesuitas españoles de la Península, hacia Roma.

Esta verdadera escuadra de naves iba al mando del famoso mallorquín, “Capitán Antonio Barceló”, una curiosa figura de corsario, navegante y alto mando de la Armada Española. Su nombre era más complejo: Antonio Barceló y Pont de la Terra. Nació en Palma de Mallorca en 1716, y murió en la misma ciudad en 1797. Descendiente de marinos, él llegó a ser Teniente General de la Armada Española. De joven actuó como Capitán de Corsarios, persiguiendo a los barcos piratas procedentes de Argel. En 1735 era nombrado patrón del barco que realizaba el servicio entre Palma y Barcelona, alternando con su padre, Onofre.

En 1756 ingresó en la Armada Real como Teniente de Navío efectivo. En 1775 intervino en el fracasado desembarco sobre Argel. Tuvo varias actuaciones notables además, por ejemplo, sobre Gibraltar y Menorca. En su Isla se le llamaba “El Capitá Antoni”. Vivió durante años en el “Carrer del Ví” (calle que durante un tiempo fue llamada “del Capitá Barceló”). Una lápida con una inscripción recuerda este hecho. El “Carrer del Ví” se encuentra en el barrio de Palma más cercano al mar, junto a la Plaza de “La Drassana”.

Este mallorquín singular tuvo el extraño deber de deportar a los Jesuitas expulsados por su Rey, Carlos III. Entre los jesuitas que sin duda Barceló conoció en sus naves, se encontraba un zaragozano de noble familia, que llegó a ser Santo posteriormente, José Pignatelli. Los Jesuitas mallorquines, al llegar a Italia, fueron destinados a la ciudad de Ferrara, y allí permanecieron, hasta que unos pocos años más tarde, el Papa Ganganelli, Clemente XIV, decidió la disolución de la Compañía de Jesús de forma total.

Los Jesuitas de los Colegios de Mallorca dejaban tras de sí una larga historia, y unas bibliotecas muy bien conservadas y nutridas. En total 10.784 libros. Edificio y todo lo demás fue entregado por el Comandante General Marqués de Alós, el día 11 de Noviembre de 1769, a la Universidad Literaria.

Como consta por una lápida colocada en un muro del claustro principal, los locales del Colegio de Monte Sión sirvieron para la Academia de Artillería de España durante los años 1812-1814, a causa de la Guerra de la Independencia y la invasión de los ejércitos de Napoleón. Esta Academia tuvo que emigrar de sus edificios propios en la Península, buscando la seguridad y la eficacia.

LA COMPAÑíA DE JESúS RESTAURADA POR EL PAPA PIO VII

La Compañía de Jesús resucitó por voluntad del Papa Pío VII el día 7 de Agosto de 1814. Y regresó a España. Muchos mallorquines, con sus autoridades religiosas y civiles al frente, representaron y expresaron clamorosamente su deseo de que regresaran los Jesuitas a Mallorca y a su Colegio. Y se lo suplicaron así al rey Fernando VII, los días 19 y 20 de Septiembre de 1814. De hecho, el 6 de Junio del año 1816 los locales del Colegio fueron devueltos a los Jesuitas en acto solemne. Recibió las llaves ante numeroso público el Rector de la nueva etapa del Colegio, el P. Francisco Company. Un mes después, el 5 de Julio de 1816, se instalaron ya en el Colegio los PP. Baltasar Masdeu y Diego Martínez, que habían llegado recientemente de la Península. En esta nueva etapa el Colegio de Monte Sión experimentó serias dificultades económicas y escasez de personal jesuítico. Se recurrió a algún sacerdote secular. Así hasta el año 1820.

NUEVAS EXPULSIONES Y RETORNOS

El 1 de Enero de 1820 los nueve Jesuitas del Colegio de Monte Sión, juntamente con todos los de otras ciudades de España, debieron abandonar sus trabajos, a causa del proceso político español. Pero tres años después, los jesuitas pudieron regresar a sus destinos porque Fernando VII, de nuevo, les devolvía la libertad de acción, el día 1 de Octubre de 1823. Se mantuvo la normalidad durante diez años. El Colegio funcionaba así como la Iglesia, con gran concurso de gentes. La Comunidad llegó a estar formada por quince religiosos. Así hasta el año 1835.

El día 4 de julio de 1835, una vez más, las autoridades del Estado Español decretaban la expulsión de los Jesuitas. La noticia llegó a Palma el día 16 de julio del mismo año. El 21 del mismo mes y año fue el último día de clases. La Iglesia prosiguió su trabajo pastoral, todavía por un tiempo, al pasar a depender de un sacerdote secular hermano del Superior Jesuita, Pedro Sancho. En el Colegio se estableció el “Instituto Balear”. Y en el año 1838, la Universidad Literaria. La Iglesia fue cerrada por orden superior el día 23 de Febrero de 1837. Las campanas del campanario fueron destruidas. Una vez se abrió la iglesia para que sirviera como sede de un Colegio Electoral.

Poco a poco fueron volviendo los aires de paz y de respeto, hasta que en 1844 un Jesuita, el P. Juan Luis Martorell fue nombrado custodio de la iglesia. Durante todo este tiempo un hermano coadjutor realizó una gran actividad apostólica en Palma y en la Iglesia de Monte Sión. Fue el H. Gregorio Trigueros que también fue Profesor. Este Hermano, nacido en Madrid el 9 de Mayo de 1795, trabajó en Palma como Jesuita durante 57 años. Fue profesor, apóstol de la devoción al Sagrado Corazón, a los Ángeles y, muy especialmente, al H. Alonso Rodríguez. Era tenido como un jesuita excepcional por los palmesanos y le respetaban como a un santo. Por ejemplo, el fundador de los Misioneros de los Sagrados Corazones, P. Joaquín Rosselló, en su “Autobiografía” describe al Hermano Trigueros como a su Director, al que le debía mucho. El Hermano murió en Palma, en la casa de los Maroto, el año 1877. Había entrado en la Compañía en Madrid el 12 de Abril de 1819, y, siendo todavía novicio, fue enviado a Monte Sión.

Otro hermano que dejó una amplia estela de cuadros es el H. Sebastián Gallés, nacido en Barcelona en 1812, murió en Veruela, Zaragoza, el 1900. Fue un buen pintor. Los seis cuadros que llenan completamente los muros de la “Capillita” o Ermita de Bellver son suyos, más uno que se conserva en la iglesia de Monte Sión y que representa la manifestación de María Santísima al H. Alonso en el camino de Bellver.

El Concordato de 1851 devolvió la paz a la Iglesia, y los Jesuitas pudieron regresar a España, como misioneros. Los 20 Jesuitas de Mallorca vivieron dispersos. Algunos residían en una casa de la Calle del Sol pero pudieron utilizar su Iglesia de Monte Sión. Llegaron otra vez las dificultades con los movimientos revolucionarios de julio de 1854. No se les permitió a los jesuitas vivir juntos. Una Real Orden del 24 de Octubre del mismo año 1854 permitía el traslado del Colegio de Misioneros de Loyola a algún sitio de las Islas Baleares, concretamente a la casa de los Franciscanos en Llucmajor, o de los Dominicos en Manacor. Ninguna de las dos casas reunió las condiciones necesarias. Y así los jesuitas llegados a Mallorca, casi todos novicios, fueron hospedados por los Padres de la Misión, donde permanecieron hasta el 15 de diciembre de 1855, para regresar a Loyola. Algunos Padres entonces pasaron a vivir a la Residencia de la Calle del Sol, y posteriormente, a la casa número 4 de la Calle del Viento.

La Reina Isabel II estuvo en Palma de Mallorca y curiosamente visitó el Instituto Balear, instalado en los locales del Colegio de Monte Sión, y después pasó a la Iglesia. Isabel II había llegado con su esposo, Don Francisco de Asís, y de sus hijos, el Príncipe de Asturias que fue Alfonso XII, y de las Infantas, Isabel y Pilar, el día 12 de Septiembre de 1860. La visita a los edificios de los Jesuitas se realizó en la mañana del día 14.

Los años desde 1856 hasta el 1868 fueron de calma. Llegó la Revolución del 28 de Septiembre de 1868. Y con su triunfo, una nueva expulsión de los Jesuitas. Los de Mallorca se dispersaron. Pero volvieron a reunirse cuando subió al trono Alfonso XII, en 1874. Algunos tenían su residencia en la Calle Beato Alonso, número 52. Otros en la Calle San Cayetano, número 8. Otra casa residencia estuvo en la Calle Pont i Vich, del año 1896 al 1919. Hasta que en el día 6 de Junio de 1919 pudieron regresar al antiguo Colegio de Monte Sión.

En estos años florecieron las Congregaciones Marianas, fundadas, dirigidas por los pocos Padres que había en Palma y restauradas canónicamente en 1879. Un dato curioso: el 29 de Marzo de 1879 el joven José Miralles Sbert fue nombrado instructor de aspirantes de la Congregación. El mismo pasó a ser Vice-Secretario el 7 de Enero de 1880. Unos años después, sacerdote, fue nombrado Obispo de Lérida y, más tarde, de Barcelona. Finalmente, fue arzobispo-obispo de Mallorca. Congregaciones Marianas fueron también fundadas en las principales ciudades y villas de la Isla. En el mes de Marzo de 1920, después de una tanda de ejercicios para caballeros, se fundó la Congregación Mariana de la “Presentación de Nuestra Señora y de San Alonso”. Hubo 148 socios fundadores.

De estos años es el P. Guillermo Vives, fundador del Patronato Obrero de San José en 1907, natural de Pollensa, en donde murió el 20 de Abril de 1935, cuando la disolución de la Compañía por la Segunda República. Su “Patronato” todavía perdura, después de 90 años de existencia. En sus comienzos fue una Obra de gran sentido social a favor de los Obreros. Después ha ido evolucionando según los tiempos y ha ocupado diferentes locales.

Unos años después, dio un gran impulso al “Patronato Obrero” el P. Enrique Ventura Noceda, quien había nacido en Barcelona en 1906, para morir en Gandía en 1981. Ahora el “Patronato” está dirigido por laicos bajo la orientación espiritual de los Jesuitas.

El P. Miguel Alcover Sureda, que había nacido en Manacor en 1864, murió en Palma el 17 de Noviembre de 1945, cuando la Compañía de Jesús ya estaba restaurada, en tiempo de la Dictadura del General Francisco Franco. El P. Alcover, hermano del autodidacta lingüista y escritor famoso, Antonio María Alcover Sureda, fue un interesante investigador de la arqueología y la prehistoria de Mallorca. Sobre estos temas escribió artículos y folletos y dió conferencias. Trabajó también mucho en la Iglesia de Monte Sión, como confesor incansable.

LA SEGUNDA REPúBLICA

LA GUERRA CIVIL Y EL REGRESO DE LOS JESUITAS A MONTE SIóN

El día 14 de abril de 1931 fue proclamada la II República Española. La Constitución Republicana expulsaba a los Jesuitas de España, en un artículo que se hizo famoso, el número 26. La Constitución Republicana se promulgó con su publicación en la “Gaceta de Madrid” el día 10 de Diciembre de 1931. Y el Decreto del Gobierno en el que se aplicaba el artículo 26 de la Constitución a los Jesuitas fue publicado en la “Gaceta” el 24 de Enero de 1932. El primero de los 10 artículos del Decreto decía: “Queda disuelta en el Territorio Español la Compañía de Jesús”.

Las consecuencias llegaron a Mallorca unos días más tarde. El día 2 def de 1932 los miembros de la Comunidad de Monte Sión tuvieron que abandonar los locales de su residencia. El Arzobispo-Obispo, José Miralles Sbert, nombró al canónigo Don Francisco Esteve como custodio de la Iglesia y del Colegio. Los Jesuitas se dispersaron por diferentes casas, pero prosiguieron sus trabajos apostólicos en la Catedral y otras iglesias. Por ejemplo, los Congregantes Marianos de las dos secciones se reunían con su Director en la Iglesia del Monasterio de Santa Clara.

Durante la Guerra Civil (1936-1939) el Colegio de Monte Sión y su Iglesia fueron devueltos a la Compañía de Jesús. El Gobernador Civil de Baleares así se lo comunicó a los dispersos Padres y Hermanos, el día 29 de Octubre de 1936. Las clases se reanudaron el 10 de octubre de 1938. Fueron unos 120 los primeros alumnos. Y tres los cursos de Bachillerato que se pusieron en marcha. Su primer Prefecto de Estudios fue el P. Magín Negra, un hombre nacido en Barcelona en 1891. Muy emprendedor, alegre y simpático, supo realizar su misión de restaurar el colectivo de educación jesuítica, después de tantos años de su desaparición. El P. Negra murió en Raymat el año 1970. Había comenzado una nueva y larga etapa del Colegio de Monte Sión y de su Iglesia. El Colegio no había funcionado desde 1835. Durante más de un siglo, por tanto, no se dieron clases en él, impidiendo así las metas para las que había sido fundado en 1561.

LARGA NORMALIDAD. NOTABLE ETAPA DE EXPANSIÓN

La nueva etapa del Colegio de Monte Sión ha sido de un claro y acelerado progreso con algún altibajo por lo que se refiere a algunas instituciones que han ido creándose a su alrededor. Mientras el Colegio crecía, la Iglesia iba perdiendo el brillante esplendor de los años anteriores, cuando en ella se congregaban multitudes en los domingos, días de fiestas especiales y en las grandes procesiones de la Inmaculada y el Sagrado Corazón. Durante un tiempo, unos pocos años, la Iglesia se convirtió en Parroquia, pero pronto renunció a esta responsabilidad y volvió a la normalidad pastoral de una iglesia de religiosos, cada vez menos influyente por varias circunstancias.

La adquisición de una hermosa Casa de Ejercicios, colocada en un precioso lugar alto muy cerca de la ciudad de Palma, dio un gran impulso a ese ministerio tan propio de la Compañía: es la que ahora se llama “Casa de Espiritualidad San Alonso Rodríguez”.

En lo que se refiere al Colegio, han ido cambiando los planes de estudio según los gobiernos centrales y los tiempos. Los primeros años el Colegio fue ocupando los locales donde estaba instalada y funcionaba con gran eficacia la “Congregación Mariana” con sus dos secciones “Luises” para los jóvenes y “Kostkas” para los muchachos. También había una Congregación para Caballeros, que llevaba el Nombre de “Congregación de la Presentación y de San Alonso”. La dirigió bastantes años el P. Pedro Nolasco Isla, quien fue el fundador de un Semanario titulado “El Luchador”. También fue el que puso en marcha la adquisición de “Son Bono” para Casa de Ejercicios. El P. Isla había nacido en Soria el año 1875, y murió en Palma el 1958.

Las Congregaciones Marianas han sido siempre importantes instrumentos apostólicos para los Jesuitas y para la promoción de la juventud eminentemente cristiana y católica, desde los inicios de la Compañía: los PP. Jerónimo Nadal, Claudio Jayo, Pedro Fabro, en varias ciudades de Italia y Sicilia, impulsaron asociaciones que fueros verdaderas precursoras de las Congregaciones Marianas. Fue un joven Jesuita belga, Jean Leunis, el que las creó en el Colegio Romano, en 1563. En la actual Sacristía podemos admirar la hermosa y artística obra de arte, colocada en el mes de Enero de 1954, cuando se cumplía el 75 aniversario de la restauración canónica de las Congregaciones Marianas de Monte Sión. La inscripción expresa que este recuerdo artístico está dedicado al Papa, Pio XII, el Papa Congregante de la “Bis Saeculari”, Constitución Apostólica del 27 de Septiembre de 1948. En la placa se pueden ver los símbolos del Papa, Llaves y Tiara (arriba), y el escudo de las Congregaciones (abajo). Y las fechas: 1879 – ENERO – 1954. (1879, año de la Restauración Canónica. 1954, Año de la celebración del 75º aniversario de la Restauración y año de la colocación de esta inscripción o recordatorio).

Las Congregaciones tuvieron que ir buscando sucesivamente otros locales. Uno estuvo en la calle Zavellá, otro en la que ahora se llama “carrer del Palau Reial”. Finalmente se instalaron en un local de la Calle de Apuntadores, muy cerca del carrer del Ví donde vivió el “Capitá Barceló”. Las Congregaciones han sido decisivas en la promoción de las vocaciones religiosas.

Mientras el Colegio crecía en número de alumnos y en cursos, se fueron creando otras instituciones, como, por ejemplo, el ODEM, “Organización de Escuelas del Mediterráneo” con su “Escuela de Turismo”, la “Escuela de Mandos Intermedios”, la “Escuela de Idiomas”, ” Secretariado”, etc. ODEM posteriormente evolucionó hacia otras formas y desapareció como tal.

El Colegio se fue ampliando en su lugar histórico. Se construyeron nuevas partes de un edifico especialmente dedicado a aulas y salas de reunión, hasta cuatro pisos. El crecimiento del Colegio de Monte Sión fue tal que tuvo que salir de sus propios locales tradicionales, y se crearon varios pabellones y campos de deportes en Son Moix, muy cerca de Son Rapinya. Fueron bendecidos e inaugurados el 13 de Marzo de 1968, por el entonces Rector del Colegio, P. Narciso Anglada. La construcción de nuevos edificios sigue adelante allí, para acomodarse a los nuevos tiempos y nuevas normas educativas; se ha construido un magnífico “Polideportivo San Pedro Claver”, terminado en 1996. En ese año fue terminado el Claustro de Son Moix que alberga la escultura de San Alonso, en actitud de levantarse del sillón, obra de Tomás Vila, como se la ha descrito anteriormente pero aquí en bronce. Esta escultura fue obra de la fundición R. Vila de Valls, Tarragona.

Y, además, allí estaba el busto del conocido Jesuita H. Sebastián Prades que dedicó la mayor parte de su vida a la educación de niños y adolescentes en el Colegio de Monte Sión, especialmente en los nuevos pabellones de Son Moix. Este elegante busto de bronce está ahora en el rellano inferior de la escalera nueva del Claustro del Colegio en la sede de Palma, sobre una peana de piedra en la que se pueden leer algunos datos. En frente: “SEBASTIÁN PRADES. 1977”. En la parte derecha: “Sus alumnos”. En la parte izquierda: “50 años de Jesuita”. Este homenaje se dedicó al H. Prades cuando se cumplieron los 50 años de su vida religiosa, como homenaje de sus alumnos. El H. Sebastián Prades Tena había nacido en Villafranca del Cid, Castellón el año 1912. Murió en Palma en 1986.

En estos momentos el Colegio funciona en sus dos sedes a pleno ritmo. En Son Moix, 24 unidades de Educación Primaria y 12 unidades de Educación Secundaria Obligatoria. En la sede del centro de la ciudad, 8 unidades de Bachillerato y cuatro aulas de Ciclos Formativos de Grado Medio. Todas estas aulas disfrutan del Concierto Educativo con la Administración autonómica.

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